183.970,49 PAVOS
Ahí es nada.
Esa es la cantidad que debe
abonar nuestro ayuntamiento, todos nosotros, por lo que se podría calificar
como una negligencia infantil……o no.
Me gustaría ver algún panfleto de
esos semi humorísticos que editan los gobernantes de este pueblo para
explicarnos como se llega a una situación de este tipo y, sobre todo, como se
solventa el pago (aunque haya consignación presupuestaria) porque no creo que
esté el horno para muchos bollos de esta índole.
Hace unos años, el ayuntamiento,
apoyado en los informes de sus técnicos y en no sé qué intereses, realiza una
cancelación registral irreversible de una finca por un proyecto de
reparcelación, es decir, lo más parecido a una expropiación en toda regla pero
sin compensación, lo que podríamos llamar una auténtica “confiscación”. En
estos casos la decisión debe venir sustentada por los informes de los técnicos
expertos en la materia, concretamente el arquitecto y el abogado municipal.
Pero como estos señores no son la voz más acreditada, las personas perjudicadas
acuden a la justicia y, ésta, como no podía ser de otra manera, les da la
razón. Ni más ni menos que 183.970,49 eurazos. Es decir, que el Tribunal
Superior de Justicia de Murcia da la razón a los reclamantes condenando al
ayuntamiento al pago de ese pastizal. Esto quiere decir, si respetamos las decisiones
judiciales, que aquella expropiación no era del todo legal. Entonces ¿Quién ha
metido la pata? ¿Qué informe de los aportados para llevar a cabo la chapuza era
incorrecto? Porque, como mínimo, debería estudiarse el tema y dar con el
culpable, ya que esta broma ¿quién tiene la obligación de pagarla? Conmigo
espero que no cuenten porque yo no estaba allí cuando se coció la idea. Seguro
que si fuera un empresa privada ya se habrían depurado responsabilidades
aunque, seguro, que en la mayoría de los casos, no habría ocurrido ese
destrozo.
Me viene al hilo el desahucio
llevado a cabo por la policía nacional en Gijón estos días atrás. Alucinante.
Entran en una vivienda (gracias que no estaban los dueños, aunque llegaron
enseguida y el susto se aminoró un poco) forzando la puerta y cambiando la
cerradura. Cuando el daño estaba hecho se vienen a dar cuenta que había sido un
error y no se trataba de esa vivienda. Imagino que los dueños reclamarán y pedirán
una indemnización y, entonces, ¿esa broma quién la paga?
Pues estamos en una situación muy
parecida porque la bromita la pagaremos los de siempre. Curioso ¿no? Pues es lo
que hay.
Y siguen mis dudas:
¿Quién tienen el valor de hacer
una cosa así? ¿Acaso no son técnicos especializados cuya elevada remuneración es acorde a sus estudios e
inherente a su cargo?
Si un magistrado del Tribunal
Superior de Justicia de Murcia dictamina que han incurrido en un hecho inconstitucional
¿Qué responsabilidad se le puede exigir al consistorio como promotor de la
unidad de actuación en cuestión?
¿Cómo tienen agallas para aprobar
una unidad de actuación que se encuentra dentro de otra que ellos mismos
aprobaron anteriormente? ¿Por qué no paramos de ver a Promociones Rojo Campoy adjudicarse
subastas públicas?
Quizás los afectados por esta
“chapuza inconstitucional”, a raíz de esta sentencia favorable, decidan
recurrir incluso la condena en costas del proceso o emprender otras acciones
legales contra los autores de esta sinrazón. Y quizás todo eso aumente nuestra
deuda y, quizás, haya que volver a llorar a los bancos o al tío Montoro para
que vuelvan a cubrir nuestras miserias.
¿Cuántas mierdas más nos
tendremos que comer después de que se hayan ido?
¿Se han propuesto contrarrestar
su llamada “herencia Zapatero” dejándonos en la más absoluta miseria o quizás
estamos tan boyantes como dice su jefe en el debate del Estado de la Nación?
No se para qué pregunto, si no
hay calidad, no hay nada que esperar…amén.
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